Los niños no se libran del estrés que ocasionan los distintos aspectos de la vida diaria. El colegio, exámenes, los deportes, los amigos…Por eso, es muy importante que enseñemos a nuestros hijos algunos ejercicios de relajación para niños que funcionan. En su universo también existen muchos frentes abiertos que pueden ser causa de noches en vela. Para ellos, ser capaz de relajarse, puede suponer la diferencia entre ser un buen estudiante y no serlo, entre tener una buena relación con otros y no tenerla y hasta en su desempeño deportivo.
Ya hemos hablado en otras ocasiones de los beneficios de las técnicas de relajación y la meditación. Pero, ¿y en niños? Por supuesto, la meditación y los ejercicios de relajación para niños pueden tener efectos muy positivos en los niños, sobre todo a la hora de descansar. Por supuesto, contar con un buen colchón es muy importante, pero si además conseguimos que la hora de ir a dormir sea algo tranquilo y placentero, mucho mejor. No esperes para comprobarlo.
Ejercicios de relajación para niños
Una mente relajada en los niños les ayuda a estar más centrados y enfocados en lo que es más importante. La meditación es una gran aliada a la hora de conseguirlo, ya que ayuda a reducir el estrés y la agresividad, mejora la memoria, controla la ansiedad, mejora las relaciones con otros y aporta serenidad.
Comenzar a enseñar a los niños a meditar a una edad temprana es siempre una buena idea, y os vamos a describir algunas formas de hacerlo.
Un paseo por las nubes
Esta técnica es genial para iniciar a los niños en la meditación y la relajación. Ha de llevarse a cabo en una habitación tranquila, ventilada y a la temperatura ideal. El niño debe vestir ropa cómoda y poder tumbarse boca arriba. Se trata de conseguir que el pequeño enfoque su atención en el ejercicio.
Para comenzar, invitaremos al niño a relajar su cuerpo y cerrar los ojos. Tiene que imaginar que está tumbado en el exterior, en un espacio abierto como un prado, por ejemplo, desde donde ve las nubes en el cielo. A continuación le pediremos que se imagine nubes de distintas formas, pueden ser sus objetos o animales favoritos. A continuación le pediremos que imagine una ladera totalmente cubierta por esas nubes, que es donde el está tumbado, y que termine uniéndose con el cielo. Tiene que ir subiendo esa ladera y relajándose más con cada paso. Incluso puede construirse un refugio o escondite entre las nubes. Una vez hecho esto, le pediremos que mire desde allí su vida: sus padres, amigos, su casa… estaremos así ayudándoles a mirar las cosas desde otra perspectiva, a ser más conscientes de lo que tienen.
Burbujas felices
De todos los ejercicios de relajación para niños, este es uno de los más divertidos para ellos.
Para comenzar, le explicaremos al niño la relación entre la respiración profunda y la relajación. Le diremos que con cada inspiración, estamos mandando un mensaje secreto al cuerpo que le dice que tiene que relajarse.
A continuación, cogiendo un pompero y solución para burbujas, pide al niño que inspire profundamente y que sople. En cada burbuja que haga, tiene que poner un pensamiento feliz. Pueden ser cosas que ya han pasado, u otras que le gustaría y que le harían feliz. Además, es una técnica que puede realizarse en grupo, será mucho más divertida, sobre todo con los niños más pequeños.
La campana
Los niños no tienen la capacidad de concentración de un adulto, y es difícil hacer que enfoquen su mente en algo concreto. Con este ejercicio de relajación estaremos trabajando la capacidad de concentración de los más pequeños de la casa.
En silencio y con los ojos cerrados, pídeles que intenten distinguir el sonido de una campana. Puede sonar en cualquier momento y volumen, por lo que tendrán que estar muy atentos. También tendrán que aprender a ignorar otros estímulos que entran. Una vez que localicen el sonido, los niños deberán centrarse en el hasta que cese. En ese momento han de levantar la mano para indicar que se han dado cuenta de que el ruido ya no está.
Para el sonido de la campana podemos usar nuestro móvil o incluso una cuchara y una cazuela, o esperar al domingo por la mañana cuando se escuchan algunas campanas de iglesias.
