Dormir profundamente es fantástico, y además, imprescindible para nuestra saluda. Tanto como respirar, beber agua o alimentarnos. Necesitamos dormir como parte de nuestros procesos fisiológicos. La falta de sueño puede llegar a hacernos enfermar. Sin el descanso adecuado nuestro cuerpo cada vez es menos capaz de regular las funciones de cada órgano, el sistema nervioso o los niveles hormonales. Y no solo eso, el sueño es importantísimo para gestionar y asimilar las emociones y para reforzar el aprendizaje. No es raro que hoy en día se sacrifiquen horas de sueño debido al trabajo o los estudios.
Se ha comprobado que las personas que no disfrutan de buenas noches de sueño pueden desarrollar problemas mentales y de concentración. A menudo, estas personas tratan de luchar contra esta situación recurriendo a fármacos, que en muchas ocasiones provocan adicción, problemas de memoria… Cuando una persona consigue dormir profundamente notará que su energía se restablece, el cuerpo está descansado y la mente fresca.
En qué consiste dormir profundamente
El sueño profundo es una de las etapas del proceso de descanso. Los patrones de sueño están controlados por los ritmos circadianos y regulado por procesos cerebrales que se activan al producirse cambios en la luz. Cuando conseguimos dormir profundamente, el cuerpo se regenera y restaura la energía para el día siguiente. También se producen procesos muy importantes que ayudan a mejorar el sistema inmune, promueven el crecimiento, reparan tejidos dañados y mejoran la salud en general.
Cuando cae la noche, el cuerpo reacciona a la falta de luz y comienza a segregar melatonina. Esta hormona es una de las responsables de hacerte sentir sueño. En el otro extremo, la luz es un inhibidor de la secreción de esta hormona. Gracias a esto no nos quedamos dormidos fácilmente durante el día.
El ciclo del sueño se divide en dos grandes etapas: Etapa REM y etapa NO REM. Esta última a su vez, cuanta con cuatro fases distintas, por lo que podemos hablar de cinco etapas diferenciadas. Todo este proceso se lleva a acabo varias veces cada noche, aproximadamente cada 90-100 minutos. Los últimos 20 o 30 minutos del proceso corresponden a la etapa REM.
Fases del sueño
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Fase 1
Es la fase del sueño ligero, en la que aún somos capaces de percibir estímulos externos táctiles o auditivos. Aparecen movimientos oculares lentos y es un sueño muy poco reparador.
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Fase 2
El sistema nervioso bloquea en esta fase las vías de acceso a la información sensorial. Esto nos ayuda a desconectar del entorno y nos facilita dormir. En esta fase desaparecen los movimientos oculares y ocupa alrededor de la mitad del tiempo que dura el ciclo, Se considera un sueño parcialmente reparador, pero insuficiente.
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Fase 3
Es la etapa del sueño DELTA. El bloqueo sensorial es más intenso, lo que provoca que si nos despertamos en ese momento nos sintamos muy desorientados y confusos. No hay sueños en esta fase, la tensión arterial y el ritmo respiratorio disminuyen y se incrementa la producción de hormona del crecimiento. El tono muscular es muy reducido y no hay movimientos oculares.
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Fase 4
Esta fase, al igual que la anterior, es fundamental para la recuperación física y psíquica del organismo. Es la fase en la que vamos a dormir profundamente y en la que la actividad cerebral es más lenta. El tono muscular es muy reducido y no hay sueños, aunque pueden presentarse imágenes o flashes pero sin una línea argumental. Es en esta fase donde se producen trastornos del sueño como el sonambulismo o los terrores nocturnos.
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Fase REM
También conocido como sueño paradójico. Recibe este nombre de la mano de Jouvet por el contraste entre la atonía muscular y la activación del sistema nervioso central. Es aquí donde se producen los sueños, con un hilo argumental (aunque absurdo en ocasiones). La actividad cerebral de esta etapa es rápida, mientras que la parálisis muscular impide que la persona materialice sus sueños y pueda hacerse daño. Los trastornos más comunes en esta fase son las pesadillas, el sueño REM sin atonía y la parálisis del sueño.
